Ofrecer
counselling sobre comportamientos de riesgo a parejas disminuye las tasas de relaciones sexuales sin protección en aquéllas que no tienen
VIH y son usuarias de drogas, según informa un equipo de investigadores de Nueva York (EE UU) en la edición digital de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes.
Los resultados del estudio también evidencian que el counselling tuvo un impacto positivo en los comportamientos relacionados con el uso de drogas.
Los autores creen que sus hallazgos “ofrecen una prueba sólida de la intervención preventiva del VIH basada en la pareja”.
Los
usuarios de drogas constituyen un grupo de alto riesgo de sufrir VIH y otras infecciones de transmisión sexual (
ITS). El consumo de drogas inyectables supone un factor de riesgo de transmisión tanto de este virus como de otras infecciones presentes en sangre y las tasas de relaciones sexuales sin protección son elevadas entre las poblaciones de
usuarios de drogas.
Estos riesgos son especialmente prevalentes en parejas en las que uno o ambos componentes consumen este tipo de sustancias.
Diversos estudios han revelado que el counselling basado en la pareja puede reducir los comportamientos de riesgo de contraer el VIH. Sin embargo, ningún ensayo había examinado con anterioridad la eficacia de esta intervención en parejas heterosexuales sin VIH y usuarias de drogas.
En consecuencia, entre 2005 y 2010, un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York (EE UU) llevó a cabo un estudio de distribución aleatoria con control que contó con 282 parejas heterosexuales sin VIH y usuarias de drogas.
En dicho ensayo, las parejas fueron distribuidas en tres grupos:
- Las incluidas en el primer brazo recibieron counselling basado en la pareja para la reducción de riesgo.
- A las parejas incluidas en el segundo brazo también se les ofreció counselling sobre reducción de daños, pero de forma individual.
- El tercer brazo contó con parejas que actuaron como población de control y recibieron información general para promover la salud, centrada en la dieta, el ejercicio, el acceso a los servicios sanitarios y el examen de enfermedades crónicas.
La mayoría de las parejas fueron captadas para la participación en la calle. Las intervenciones consistieron en siete sesiones, que se prolongaron durante dos horas, de forma semanal. El impacto de estas actuaciones sobre las tasas de sexo sin protección y de infecciones de transmisión sexual se valoró inmediatamente después de que las mismas se completaran y, con posterioridad, a los seis y doce meses.
Las tasas de participación fueron elevadas y entre el 66 y el 76% de las parejas acudieron a las siete sesiones de counselling. Además, se observó una alta tasa de retención y el 87% de los participantes completaron la valoración postintervención y el 76%, la realizada a los doce meses.
“Las altas tasas de participación y retención apreciadas en este estudio demuestran la viabilidad de hacer participar a usuarios de drogas con pocos recursos que viven en las calles (y cuyo riesgo de infección por VIH e ITS es muy alto) en una intervención conductual basada en la pareja”.
Se detectó una alta prevalencia de comportamientos de riesgo al inicio del estudio. Para la participación se exigía que sólo uno de los miembros de la pareja tuviera un historial reciente de consumo de drogas. No obstante, el 82% afirmó que había consumido drogas en el mes anterior a la inscripción, el 16% señaló que había usado drogas inyectables en los 90 días previos, y un tercio de las personas no hacía mucho que habían mantenido relaciones sexuales fuera de su relación habitual.
A lo largo de todo el período de estudio, se produjo un descenso del 30% en la incidencia de relaciones sexuales sin protección declaradas por participantes que recibieron el counselling sobre reducción de riesgo, en comparación con las personas que estaban en el brazo de control.
Además, las tasas de relaciones sexuales sin protección fueron un 29% inferiores en el caso de las parejas a las que se proporcionó counselling sobre reducción de riesgo basado en la pareja, en comparación con las personas que lo recibieron de forma individual.
El counselling sobre reducción de riesgo tuvo un impacto significativo en el
comportamiento sexual inmediatamente después de la conclusión de la intervención (reducción de riesgo individual [RRI]: 0,58; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,38 – 0,88) y transcurridos seis meses (RRI: 0,70; IC95%: 0,54 – 0,92).
A continuación, se restringió el análisis a los dos brazos de reducción de riesgo. Esto evidenció que el counselling realizado a la pareja tuvo un efecto significativo sobre las tasas de sexo sin protección al mes seis (reducción del 30%; RRI: 0,70; IC95%: 0,51 – 0,96) y al mes 12 (reducción del 41%: RRI: 0,59; IC95%: 0,35 – 0,99).
“Estos resultados sugieren que cuando los dos componentes de la pareja reciben la intervención de forma conjunta son más propensos a mejorar y mantener unos comportamientos positivos a lo largo del tiempo que cuando un miembro de la pareja recibe la intervención de forma aislada”, escriben los autores.
Se produjeron 23 casos incidentes de ITS durante el estudio y únicamente un participante se infectó por VIH.
El equipo de investigadores también descubrió que el counselling sobre reducción de riesgo tuvo un “efecto prometedor” sobre las tasas de consumo de drogas inyectables.
“Estos hallazgos atraen la atención sobre una estrategia de intervención eficaz que puede ampliarse de manera gradual para incluir a las parejas implicadas en el consumo de drogas en los programas sobre reducción de daños”, concluyen los autores, que añaden: “Una estrategia basada en la pareja para ofrecer unos servicios de prevención primaria del VIH que aborden tanto los riesgos por el consumo de drogas como por las prácticas sexuales y se dirijan a personas usuarias de drogas activas que vivan en entornos urbanos con pocos ingresos, podría ayudar a poner freno a la epidemia de VIH en EE UU y podría tener potencial para su ampliación de modo que también se pueda abordar a escala mundial”.